miércoles, 2 de marzo de 2016

Mucho y nada.

Te pertenezco toda y en lo absoluto.

En cada hebra fina de mi cabello.

En cada centímetro de mi piel que está siempre expuesta cuando estás cerca y se quema cuando la tocas, se enciende cuando respiras sobre mí y cuando aspiro tu aroma que embriaga y que si algún día, por alguna razón ya no recuerdo tu rostro, tu olor va a devolverme a ti otra vez.


Encuentro mi paz en cualquier sitio donde estés tú.

Y cada día es eso, un antílope en el pecho cuando recuerdo tu nombre y estas ganas animales de vivirte cada segundo del día.

P.