Te pertenezco toda y en lo absoluto.
En cada hebra fina de mi cabello.
En cada centímetro de mi piel que está siempre expuesta cuando estás cerca y se quema cuando la tocas, se enciende cuando respiras sobre mí y cuando aspiro tu aroma que embriaga y que si algún día, por alguna razón ya no recuerdo tu rostro, tu olor va a devolverme a ti otra vez.
Encuentro mi paz en cualquier sitio donde estés tú.
Y cada día es eso, un antílope en el pecho cuando recuerdo tu nombre y estas ganas animales de vivirte cada segundo del día.
P.
No hay comentarios:
Publicar un comentario